lunes, 14 de diciembre de 2009

El amor no existe o es con la madre...


SEGUIMOS LA LECTURA SOBRE EL CONCEPTO DE RUPTURA.


AUTOR DEL TEXTO: Miguel O. Menassa


NOTAS DEL TEXTO:


El psicoanálisis contesta a la pregunta qué es el amor y contesta de una manera brutal. El amor no existe o es con la madre, y en una tendencia más positiva, es esencial, por lo tanto es a nivel de la especie. El amor, esa tendencia a la unión que permite la procreación de la especie. Como sentimiento su existencia siempre demuestra la presencia del cuerpo de la madre y, en lo social, es ese amor por la madre lo que se opone al cumplimiento de los pactos simbólicos, a las conversaciones entre seres humanos. No digo aceptar el inconsciente para aceptar que tengo procesos inconscientes sino que aceptar el inconsciente ha de transformar mi propia filosofía de la conciencia. A nadie se le ocurriría ir a un carrusel y querer que el carrusel vaya al revés.


Cuando se ingresa en el campo psicoanalítico se quiere que el carrusel gire para donde se le ocurre a la fantasía de cada uno.


Toca a todos el psicoanálisis porque es una cuestión sobre la verdad.


La palabra es arbitraria y ninguna palabra quiere decir nada por sí misma.Un hecho es un hecho para el psicoanálisis después de ser interpretado.


La ciencia viene a criticar la ideología esta tendencia a mostrarnos un sólo lado de las cosas, un sólo color del amor.


No solamente es posible que un psicoanalista se equivoque, sino que es absolutamente fundamental para el psicoanálisis que el psicoanalista se equivoque, de lo contrario, el mecanismo de idealización lleva al paciente a un estado tal, donde no se distingue un globo del paciente.


Ante el error del psicoanalista hay primeramente una demostración de horror, en tanto en el primer error que comete el psicoanalista -si el paciente le ve y se da cuenta que está ahí trabajando- concluye que lo hace por dinero, porque estudió para eso y no porque me quiere. Si me quiere, me quiere en general,  con un amor social, amor a los hombres, a las mujeres, está interesado en la salud pública. Entonces eso es como un horror, darnos cuenta que esa relación, la mejor de nuestra vida, la pudimos conseguir pagando. Con esa persona en función social pude esa relación. Darse cuenta de esas cosas van rompiendo algunas de las fuentes de idealización y permite una mejor asociación libre. Y el psicoanalista menos idealizado trabaja mejor.


En la práctica psicoanalítica no hay práctica psicoanalítica si no hay consecuentemente con ella una transformación, no sólo de los pacientes, sino del psicoanalista.




Es decir que si no hay transformación del practicante no se está practicando el psicoanálisis, se está practicando otra cosa.


Para que se esté practicando el psicoanálisis el operador tiene que transformarse en la operación que realiza.


No hay práctica como la psicoanalítica para esa explicación, en tanto ustedes saben que está programado dentro de las comunidades psicoanalíticas no sólo el psicoanálisis del psicoanalista -eso se descarta- sino la supervisión permanente con una persona con mayor experiencia en el campo y en forma comunitaria. La supervisión permanente, es decir, una tercera voz, una tercera oreja en esa relación tan compleja de transformar al sujeto psíquico.


Nunca es un hecho solitario el psicoanálisis, es un hecho exquisitamente comunitario, en tanto no sólo se lucha para que el paciente no se relacione sólo con su madre, o bien con su psicoanalista en el lugar de su madre, sino que también las comunidades psicoanalíticas tienen una alta preocupación en que el psicoanalista no se relacione sólo con su paciente, es decir, solamente con su madre.











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