martes, 27 de abril de 2010

Una tarde muy erótica y literaria...

UNA TARDE MUY ERÓTICA Y LITERARIA

El pasado jueves 22 de abril celebramos la semana del libro de una forma muy especial, realizando un recital de literatura erótica en la Biblioteca Municipal de Alhaurín de la Torre.
He de felicitar la buena organización del Área de Cultura del Ayuntamiento, así como el buen ambiente de las bibliotecarias, que espero disfrutasen de la picante lectura. Confieso que disfruté muchísimo, no sólo por estar ante textos de autores tan buenos como Henry Miller, Anaïs Nin, Miguel Menassa, Guillaume Apollinaire, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Georges Bataille, etc. También porque una es consciente del impacto que esas páginas causan en los asistentes. No estamos habituados a encontrarnos ante textos de estas características de forma tan directa y sincera, sin censura, sin timidez y en público. Creo que hasta la cámara que filmaba la lectura se sonrojó alguna que otra vez.
Pese a lo acostumbrados que estamos a las imágenes y a las fantasías, es bueno realizar, de vez en cuando, ejercicios como estos que nos permiten aprender que una cosa son las palabras y otras los hechos, que hay que alejarse un poco de la vida cotidiana para entender que hay otras vidas, incluso vidas aún no vividas.
No fue mi primer encuentro con este tipo de literatura, ni mucho menos será el último, pero estoy seguro que para muchas y muchos de los asistentes sí fue su primera vez. Estaban acostumbradas a la literatura romántica, rosa, donde el argumento gira en torno a historias de amor imposibles, encuentros inesperados, etc. Pero desconocían que existían autores que escriben historias tan apasionantes y bien relatadas. Novelas donde, desde lo más grotesco a lo más sutil, acontecen encuentros entre seres humanos en los que el sexo no es un problema y donde la satisfacción, en muchas ocasiones, es todo un descubrimiento.
Espero que haya nuevas citas, no sólo eróticas, también poéticas, malditas, porque son muchos los géneros y los autores que aún nos quedan por descubrir y que, cada vez, nos hacen viajar desde nuestro sillón.
Helena Trujillo Luque
Psicoanalista – Coordinadora de un Taller de Escritura



FRAGMENTO DEL LIBRO EL SEXO DEL AMOR, DE MIGUEL OSCAR MENASSA.
-Yo soy el prototipo de hombre que pudo algo y no pudo algo. Se podría decir que voy empatado con la vida. La vida me metió algunos goles, yo le metí algunos goles a la vida. Pero esta vez estaba en el centro de un vivir diferente, si era capaz de escribirlo, o de hacerlo escribir y no dejar de sentir lo que sentía, era como un bien que le haríamos a toda la humanidad. Algo había pasado en el siglo XX. Algo con el sexo, algo con el amor, algo con la escritura, y nosotros éramos ese testimonio vivo, a la vez inútil. Era necesario escribirlo, hacerlo escribir. Los veía vivir y no lo podía creer. No se parecían a nada, yo empecé a sentir que había llegado mi oportunidad. Ellos, ellas, son todos escritores, pero ninguno de ellos se animará a contar lo que viven. Así fue, brevemente, como comencé a mirar con intención de narrar como vivían, y tomaba notas y notas y, a veces, me enceguecía hasta tal punto que, por tomar notas terminaba no dándome cuenta de lo que pasaba. Algún día, me decía todo esto tendrá algún argumento, aunque roto, y eso será una novela. Y ahora, creo que ha llegado ese día. A mí, me llamaban el Turco porque todo lo vendo y todo lo compro. Soy un representante del dinero sobre la tierra, también compro y vendo el amor. Cuando conocí al profesor, sin poder acercarme a él, no pude sentir otra cosa que ese hombre había salido de mi imaginación, después, esa sensación rozando casi lo siniestro, se volvió a repetir con todos los hombres y todas las mujeres que, de una u otra manera, estaban conectados con el Profesor. Ahora ya estaba más habituado a ese tipo de encuentros. En realidad, les pasaban las mismas cosas que le pasaban a todo el mundo, pero ellos reaccionaban diferente y algo habían aprendido a gozar. Así que cuando el profesor, en el café donde se reunían, sin dirigirse a mí, preguntó, quién era yo, qué hacía ahí sentado escribiendo, yo le contesté rápidamente:
-Yo soy el novelista, para los amigos El Turco. El profesor saludó con la cabeza y dijo:
-Encantado.
Yo sólo moví la cabeza y cuando la levantaba por segunda vez, vi claramente que Zara, una mujer joven, hermosa y desconocida me miraba con deseos. Pero yo, en principio, me hice el tonto. Yo tenía que escribir cómo vivían, pero no tenía que vivir con ellos.
La segunda vez que me sentí mirado por Zara con deseos, comencé a sentir que, a lo mejor, existía verdaderamente la posibilidad de que yo viviera con ellos, y ellos escribieran la novela. Después, la vida me enseñaría cosas que todavía no había aprendido.
Esa misma noche al despedirse, con la excusa de que la esperaban Miguel y Carlina en un bar de la calle Córdoba, Zara se acercó a besarme y me preguntó, pegando su boca a mi oído, susurrando:
-¿Y yo voy a estar en la novela? Y yo, pensando en sus labios entreabiertos, sentí, escuché verdaderamente que Zara me decía:
-Cómo te la voy a chupar. Creo que sentí una especie de rubor, me levanté y tomándola de un brazo, le dije a mi vez: necesito hablar contigo, y Zara dijo que no, que no podía faltar a la cita con Miguel y Carlina.
Suavemente la fui empujando hacia el baño de mujeres. Ella tenía una falda muy corta, así que inmediatamente, le llegué…

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