jueves, 16 de diciembre de 2010

El concepto de inconsciente en la vida cotidiana

EL CONCEPTO DE INCONSCIENTE EN LA VIDA COTIDIANA
12-11-10

El psicoanálisis es una disciplina que se ocupa del estudio del psiquismo humano. Es un pensamiento revolucionario y de candente actualidad. La producción fundamental de la obra freudiana es el concepto de inconsciente: hay cosas que suceden en el sujeto sin que él sepa nada de ellas, y estos procesos no son azarosos, están sometidos a unas leyes, leyes de las que sólo el psicoanálisis da cuenta.
La producción de esta nueva disciplina se remonta a principios del Siglo XX, es decir, es una ciencia muy joven.
La revolución copernicana, el momento en el cual Copérnico nos enseña que la percepción de nuestros sentidos es precisamente ilusoria, nunca ha llegado a ser asumida definitivamente por nosotros.  Lo más evidente en mí, mis sentidos, son los responsables de la producción de ilusiones, es decir, reconocen la realidad pero no saben de ella, sino aquello que padecen. Reconozco y al mismo tiempo, simultáneamente, desconozco. Por ejemplo, reconozco tener deseos, pasiones, sentimientos. Desconozco la dirección de mis deseos, el origen de mis pasiones. Padezco mis deseos como síntomas. Reconozco el fenómeno, me doy cuenta que el sol es un astro, que la tierra es un planeta, percibo una relación sistémica entre ese conjunto, pero desconozco el verdadero movimiento del sistema y confundo la apariencia con la verdad. Copérnico produce –con su producción teórica- una herida narcisista en la Humanidad. El Hombre, que tenía una concepción geocéntrica del universo, tiene que conformarse con que su planeta sea más pequeño y gire alrededor de otro centro.
Freud explica que el sujeto había tenido tres heridas narcisísticas profundas: esta revolución copernicana, la revolución de Darwin en tanto descentró al sujeto biológico, el hombre que era el centro de la cadena biológica pierde ese lugar y ahora es sólo eslabón de la cadena de los seres vivos. La tercera herida es la producción de la teoría del inconsciente, que descentra al sujeto de la conciencia y lo supone determinado por el sistema inconsciente, que  no sólo se diferencia de la conciencia, sino que también la determina y la genera. Es como si todas estas ciencias fueran descubriendo una carencia en el hombre, carencia de la cual se parte para poder ser.
Necesitamos como un pensar a contratiempo para ingresar en estos campos de las ciencias conjeturales. Las prácticas científicas no pueden ser prácticas teóricas solamente ni prácticas técnicas solamente. Parece ser que la actividad científica se caracteriza por una compleja articulación entre la práctica teórica y la práctica técnica. 
En psicoanálisis hablamos de una ruptura a nivel teórico, filosófico y a nivel ideológico. Estamos hablando de la ruptura teórica: aquel descentramiento que produce la teoría del inconsciente en el sujeto del inconsciente respecto de su conciencia. La ruptura filosófica es donde el psicoanálisis, como modo de producción científica, parte para investigar el campo, del último efecto producido por el sistema, es decir, ya no es una ciencia de causas. Cuando estudio los sueños, en lugar de empezar la investigación en el deseo inconsciente, Freud, parte del último objeto del sistema, el sueño contado, es decir, deformado por el soñante, la palabra, el síntoma. Por lo tanto el psicoanálisis es una ruptura filosófica al determinar que el proceso de investigación psicoanalítico es un proceso que parte de los efectos.
Si parto del efecto y voy reconstruyendo operaciones, entonces interpreto la causa. Con esto construyo, interpreto la existencia de una fuerza capaz de actuar sin mostrarse.
La psicología conductista también cura pacientes, el psicoanálisis kleiniano, la medicina general, el arte de bordar, los viajes rápidos a Grecia, también curan pacientes. Pero estos métodos, aplicados al campo psíquico, no pueden regular ni prever los efectos que producen. Por lo tanto no pueden hacer ni diagnóstico, ni pronóstico, ni plan de tratamiento. El psicoanálisis cura, pero no puede ser reducido a un método terapéutico. Movimientos culturales como el surrealismo (que toca la poesía, la publicidad, el cine, la arquitectura actuales...) son imposibles de pensar si no es desde el psicoanálisis. Para la Medicina, resulta de una ayuda inestimable tener en cuenta los aspectos psíquicos que contribuyen a la producción, mantenimiento y curación de las enfermedades orgánicas, que pueden ser un elemento fundamental en la curación del paciente. Y así, podríamos enumerar las aportaciones que el psicoanálisis ha hecho para pensar muchas otras disciplinas.
La verdadera aportación freudiana a la historia del Pensamiento es el concepto de Inconsciente. El concepto de Inconsciente es el objeto de conocimiento de la teoría psicoanalítica. Uno no puede irse a pasear con el inconsciente, es un concepto, se produce en el marco teórico del psicoanálisis. No existe el autoanálisis, no puedo realizar una introspección y llegar a mi inconsciente, porque no está en ningún lugar, lo produce la escucha psicoanalítica. El método de interpretación es el mismo para los sueños, los síntomas, o el discurso del paciente en general.
Objeto de conocimiento: Concepto de Inconsciente.
Método: Interpretación-construcción
Técnica: Asociación libre en transferencia.
 No se trata de que yo voy a una realidad y la leo con el método, no se trata por tanto de aplicar el psicoanálisis, sino de producir una nueva realidad. Por eso el psicoanálisis no es una cuestión de reparación, sino de producción de sujeto, producción de un nuevo sujeto que no necesita la enfermedad para hablar.
Freud no era un onirocrítico, cuando escribe La Interpretación de los sueños, no le interesa interpretar los sueños, le interesa la máquina de soñar: el aparato psíquico, cuáles son los procesos que operan en él y cuáles sus leyes de funcionamiento. Luego la Interpretación onírica es la Interpretación psicoanalítica, ya que no se interpreta el sueño, sino al sujeto, al soñante, se interpreta el deseo del sujeto como motor del sueño.
El sueño es una formación del inconsciente, al igual que el síntoma, el chiste (como nos muestra en el chiste y su relación con lo inconsciente), el lapsus (psicopatología de la vida cotidiana). Son la via regia al inconsciente.
Sólo podemos saber del inconsciente por sus efectos: lapsus, olvidos, actos fallidos, síntomas, sueños... El inconsciente no hay que ir a buscarlo a ninguna profundidad, porque el discurso del paciente es único y doble, lo que dice es consciente e inconsciente, está en la superficie, en las frases que pronuncia el paciente.
Denominaremos preconscientes a las ideas conscientes que han dejado de estar en la conciencia pero que pueden volver a ella. Denominaremos ideas inconscientes a aquellas que no pueden hacerse conscientes a no ser que sea a través de los síntomas neuróticos, los sueños, los lapsus y la negación. Lo inconsciente deja de ser considerado como aquello que es olvidado o no está en la conciencia, ahora recibe una significación más amplia. No designa ya tan sólo ideas latentes en general, sino especialmente las que presentan un determinado carácter dinámico, esto es, aquellas que, a pesar de su intensidad y eficacia, se mantienen lejos de la conciencia. La idea inconsciente es excluida de la conciencia por fuerzas vivas que se oponen a su recepción, no oponiendo, en cambio, obstáculo ninguno a las ideas preconscientes. El psicoanálisis demuestra que la repulsa de las ideas inconscientes es provocada exclusivamente por las tendencias encarnadas en su contenido.
Aunque los síntomas son una producción del inconsciente, ellos mismos no son inconscientes. Los síntomas son más bien efectos, manifestaciones de procesos inconscientes. Procesos psíquicos que pudiendo haberse desarrollado hasta llegar a la conciencia, se ven perturbados e interrumpidos en su curso, obligados a permanecer inconscientes. El síntoma se forma en sustitución de algo que no ha conseguido manifestarse a la conciencia. Su existencia tiene por condición que un proceso psíquico no haya podido llegar a su fin normal y hacerse, por tanto, consciente. Los síntomas son considerados como una transacción o permuta, esto es, un proceso psíquico inconsciente que logra su acceso a la conciencia a cambio de deformarse hasta resultar irreconocible. Un síntoma es como una realización encubierta de deseos. Los síntomas neuróticos obedecen a esta tendencia de satisfacción de deseos, por cuanto los mismos mecanismos, de condensación y desplazamiento, que intervienen en el sueño, se aprecian también en su formación.
Los síntomas tienden a la satisfacción sexual del sujeto neurótico cuando éste carece de ella en la vida real. El neurótico sufre una frustración, al rehusarle la realidad la satisfacción de sus deseos inconscientes, recurre a su formación para verlos realizados. La libido, inhabilitada para satisfacerse, buscará su satisfacción en la regresión a organizaciones anteriores y objetos abandonados en el curso del desarrollo del sujeto.
Como el sueño, el síntoma presenta algo en estado de realización, procurando una satisfacción al modo infantil (autoerótico); pero mediante una gran condensación consigue llevar la libido a una satisfacción real, aunque extraordinariamente limitada y apenas reconocible.
El psicoanálisis entiende que la desaparición de los síntomas no significa la curación de la enfermedad. De ser sujetos deseantes no nos podemos curar, no podemos curarnos del inconsciente. A veces nos cuesta reconocer haber cometido un lapsus, un olvido, queremos achacarlo a instancias ajenas a nosotros mismos. Es más fácil para nosotros decir que hemos llegado tarde por el tráfico que admitir que hoy no teníamos ganas de venir. Rechazo pensar que los problemas con mi marido son la cristalización de mi ideología con respecto a los hombres. En lugar de reconocer que tengo deseos con otras personas, tengo celos con mi pareja.
El psicoanálisis, en última instancia, ni se ocupa de los sueños ni de los síntomas, sólo de la máquina que los produce. El psicoanálisis descubre que los mecanismos que intervienen en la producción de síntomas, son los mismos mecanismos que intervienen en la vida psíquica normal. Pensar que los síntomas y la enfermedad tienen sentido y son efecto de un trabajo inconsciente, ofrece una dimensión nueva de los procesos del enfermarse y de su tratamiento. 
No hay inconsciente sino después de la interpretación, primero: no es posible el autoanálisis, porque el paciente asociando libremente no puede llegar a lo inconsciente, se queda en lo preconsciente, para la producción del inconsciente es necesaria la escucha analítica, y por otro lado, no habrá psicoanálisis posible sin análisis del analista. El aparato psíquico está organizado para negar los procesos inconscientes, ya que el sujeto que piensa el psicoanálisis es un sujeto dividido: consciente e inconsciente. 
La psicología conductista también cura pacientes, el psicoanálisis kleiniano, la medicina general, el arte de bordar, los viajes rápidos a Grecia, también curan pacientes. Pero estos métodos, aplicados al campo psíquico, no pueden regular ni prever los efectos que producen. Por lo tanto no pueden hacer ni diagnóstico, ni pronóstico, ni plan de tratamiento.
Este descubrimiento Freudiano tiene claras repercusiones en nuestra vida. Al igual que ya no es el sol el que gira alrededor del planeta Tierra, nuestros sentidos nos engañan, la conciencia no es el centro de nuestra vida psíquica. Las cosas no son lo que parecen. No somos lo que  creemos que somos. Estamos sobredeterminados por nuestro inconsciente y por los modelos ideológicos que nos han sido transmitidos.
Nuestra vida está sostenida por dos sobredeterminaciones: la determinación social y la determinación inconsciente. La libertad queda reducida a las fisuras que se produzcan en esta articulación. La libertad casi no existe y cuando existe es considerada como delincuencia, locura o inmoralidad.
Darse cuenta de la vida que tenemos y de por qué nos pasa lo que nos pasa no es nada fácil, porque la mayoría de las veces desconocemos los pensamientos ideológicos que nos limitan y los deseos inconscientes que nos mueven.
La ideología no se transmite de forma consciente y voluntaria, tu mamá no te transmite su forma de pensar directamente, sino que esa ideología que “mamamos” de nuestra madre, esos pensamientos que nos rigen, han sido transmitidos por la familia en su quehacer diario, en frases en las que no reparábamos su relevancia, en actos de la vida cotidiana que nos van transmitiendo qué es un hombre, qué es una mujer, el uso del dinero, el uso del sexo, la libertad o la ausencia de ella. Ese machismo del que tanto nos quejamos lo transmiten las mujeres a sus hijos e hijas. Esa madre que quería libertad para sus hijas, luego les pregunta todos los días cuándo van a buscarse novio. Si una mujer es otra cosa que lo que se espera de ella, se la reprime.  
Sin una transformación de los modelos ideológicos que forman la familia, que forman a los hijos, que educan a los adolescentes y que enseñan a los universitarios, no puede haber transformación de las sociedades ni de las relaciones de los hombres y mujeres de esas sociedades.
El Psicoanálisis arranca, para siempre, una venda de los ojos de la humanidad. La mujer, el hombre, antes del psicoanálisis, no sabían nada acerca de cómo se producían:
LA POESÍA
LA CIENCIA
EL AMOR
El pensamiento Inconsciente es, en el límite de su libertad, la POESÍA.
Un saber no sabido por el científico, lo lleva por el camino de la “Verdad”.
Es por eso que el psicoanálisis posibilita que os preguntéis: ¿por qué lo femenino (tiempo de la poesía, residencia de la función poética) antes del psicoanálisis era más fácil para un hombre que para una mujer? y ¿por qué, ahora, después de la Interpretación Psicoanalítica, la mujer puede, si lo deseara, apropiarse de lo que le pertenece desde siempre, la Poesía?
Y hoy día lo sabemos, el hombre ya ha agotado sus posibilidades de liberación y si, aún, había alguna posibilidad de liberación para la mujer, es el psicoanálisis el que lo posibilita.
En 1900, Freud puede diferenciar con precisión y destreza, una mujer histérica de una mujer. Esta diferencia permitirá a la mujer, sin ser histérica, decir que NO. Determinar, a partir de la negación, su propio pensamiento Inconsciente. Después de la Interpretación psicoanalítica, la mujer podrá ser una mujer sin pertenecer a ningún hombre. La mujer producía en ese grado de libertad un camino propio hacia el poder, hacia la creación en general.
Lo que el hombre conseguía con un simple desdoblamiento de su moral, a la mujer le costaba la enfermedad o el castigo. Lo que al hombre le daba hasta cierto prestigio social, cuando ocurría en ella, sólo le servía para ser denigrada, aún, un poco más. Ella misma dudaba de su moralidad cuando deseaba.
Es el psicoanálisis que nos dice: Hombre y mujer, articulados de manera compleja con ser padre y madre, constituyen la sexualidad de todo hombre, de toda mujer. Todo lo humano puede producirse en Ella.
La inocencia no existe. El hombre en la opacidad de su ceguera seguirá viendo siempre lo mismo, hasta que estalle en actos, hasta que cambien las circunstancias correspondientes a la ideología que habla en su cuerpo. El hombre no puede ser libre, pero no hay fuerza que termine con la libertad de palabra, depende de la palabra y no del que la pronuncia. Cualquier palabra puede ser unida a cualquier palabra y eso es una ley. El que habla, por hablar, adquiere la libertad de lo que habla. Por eso el psicoanálisis permite al hombre y, fundamentalmente a la mujer, una libertad que antes no tenían. Le pide que hablen.

 Helena Trujillo, Psicoanalista

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