viernes, 4 de octubre de 2013

Con el psicoanálisis llegué al deporte, construí un nuevo cuerpo

Ellas pedían más con sus rugidos cardíacos,
inmensas en su hambre de alcanzar un paso más,
escalando los vértices del tiempo,
mutando su consistencia en ligeras alas de voluntad.
El barro de su risa es un desconocido encuentro
que aún no sé cómo asumir, inagotables fracasos
no son suficientes para hacer vibrar el suelo ante mis pies.
La música bate las distancias y despierta el cuerpo,
dormido en fantasías enquistadas aún entre los músculos.
Verbo, verbo inmenso que envenenas de goce cada célula,
sigue pulsando esa melodía que levanta el alma
en la revolución de cada amanecer.


Helena Trujillo

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